Dr. Schwarts Ripstein Aïken (demencia y el abismo -2-) -Completo-

La muerte le tendió la mano, y la encarnizada lucha continuaba por sobre la presión de todos los asistentes...

Por todo el hospital sonaba la alarma que muy pocos están preparados para escuchar, y esa es cuando las cosas salen críticamente mal en la sala de operaciones. Poco a poco la gente se presionaba por la sala de operaciones para ver en que forma podían ayudar.
La gente de enfrente miraba atónita y es que esta era la gente que había observado desde el principio lo que había sucedido. Pocos podrían tener la destreza que aquel demostró esa noche, y todo aquel que le había observado desde el comienzo de la operación estaba estupefacto ante la forma en la que él había procedido.

Hasta unos momentos antes, la elegancia con la que cauterizaba el sistema arterial que inundaba al acueducto de Silvio, parecía natural ante la mirada fría del flemático doctor. Schwarts lucía imperturbable y todo parecía ir sobre ruedas. Fue entonces que justo al terminar, por sobre los elogios que recibía ante un proceder tan bello y preciso -aún por sobre una urgencia extrema- todo pareció destruido cuando consternados voltearon de súbito ante el tan temido sonido que emitía el monitor. La ausencia de la presión arterial hacía que este emitiera un agudo beep constante. Fue entonces que le vio.

Todos parecían adquirir el marmóreo color de las lapidas denotando un horror inmenso en sus rostros, pues la inesperada caída les tomo por sorpresa. Todos, excepto Schwarts, quien aunque conservaba un color pálido natural en el, transfiguro su cara en una mueca de ira. El era el único de los asistentes que lo podía ver: el ángel de la muerte en la cabecera de su paciente. Empero, todo aquel que se encontraba presente en ese preciso momento no supo que desencadeno mas horror en sus corazones, si la atípica caída que nadie podía explicar, o la frenética furia con la que, sin titubeo alguno, Schwarts se abalanzó maldiciendo a un enemigo invisible, aplicando con contrastante viceralidad la técnica de reanimación.

Fue cuando la sala comenzó a llenarse, unos miraban emocionados, otros lo veían como una obstinación enfermiza... y sin embargo Schwarts se mantenía imperturbable mientras tomaba las paletas del desfibrilador. El mundo parecía desvanecerse para él mientras veía al frente aun aplicando con un fervor las técnicas de reanimación sin fallo e incluso con criterios secretos que el guardaba para si a través de los años, mirando al ángel con rabia en sus ojos. repitiendo una y otra vez "no te dejaré entrar a mis dominios..."

Toda su conciencia parecía haberse transportado de súbito al pasado y eran entonces estallidos y metrallas lo que le rodeaba y no los colegas médicos que en derredor se aglomeraban. Recordaba la incisión que, bajo la desesperación del campo de batalla, había aplicado para penetrar a través de la cintura escapular y estimular directamente al miocárdico... y ahí lo vio por primera ves.

"¡¡¡¡No dejaré que te lo lleves!!!!!!" gritó casi con desesperación mientras aplicaba una descarga que hizo saltar al cuerpo de su paciente. Un beep... dos beeps.... ¡Era la sístole del corazón! que empezaba a recuperar su vigor y tras un segundo que parecía eterno ante la tensión acumulada por la expectación toda la sala rompió en un rugido que vitoreaba la hazaña de Schwarts. su cabeza inclinada hacía abajo, miraba fijamente al paciente que recuperaba color gradualmente, y ante la el alboroto regreso a la realidad, volteo, por primera vez con reflejo de entusiasmo a todas partes y recordando que las mentes criticas de sus colegas pudieran notar algo extraño, forzó a sus pulmones a respirar agitadamente y rubor en sus mejillas. bien, quizá así piensen que sólo mantenía la respiración- pensó para si. Viro adelante, nuevamente para ver de frente al ángel, este caminaba hacía una pared, y lo volteó a ver también. El ángel articulo unas palabras de manera rápida apenas perceptible y se esfumo en medio de la nada. Schwarts no quiso comprender lo que dijo en esos momentos, pero había registrado lo que sucedía como las cámaras de video registran las imágenes en sucesión para así recordar tiempo después lo que este le había dicho. Una memoria idónea que agradecía desde aquellos tiempos de humanidad... Una sonrisa se dibujó en su cara.

Por primera vez en mucho tiempo se imaginaba nuevamente queriendo sentir el calor de alguien que le recibiera con los brazos abiertos, como seguramente habría para el pobre individuo que estuvo a punto de morir, y se maldijo de nuevo como millones de veces ya lo había hecho tras aquella ocasión en la que quizá un error fue aquello que le arrebató la vida de su hermano en campo de batalla. Por un momento recordó lo que aquello significaba, una imagen, una emoción que reverberaba como un eco a través de todo su cuerpo, como aquellas emociones que se saben perdidas junto con las memorias que estas tenían impresas, así era ahora su vida... ecos de lo que alguna vez fue, intentando regresar las cosas a un presente perfecto, mejor que aquel pasado, para por lo menos recordar que tan reales podían ser esas emociones, aquellos ecos que no dejaban de tocar cada fibra nerviosa en su cuerpo. Finalmente vio el suelo en aquel cuarto de descanso para las guardias nocturnas, lagrimas de sangre lo teñían en pequeños segmentos. Cuanta fuerza puede tener un vinculo humano aun cuando nace de la camaradería, por eso, y recordando, con esas emociones que gritaban su pasado... el no dejaba de estimarlos, como no dejaba de amar su profesión.

Que el cielo le perdone, a él, uno de los malditos, por las atrocidades que llego a cometer al principio de su despertar, en esta nueva vida, en este cuerpo que nunca envejece. Limpió la sangre del suelo y recordó, con uno de esos ecos que vibraba en lo profundo de su espíritu la imagen de la insospechada destrucción, las silenciosas masacres que habían dejado el rencor a su pasó... y el tortuoso camino a la redención, caminó que aún sentía recorriendo a lado de los que consideraba sus hermanos menores e irónicamente sus victimas. Guillermo se haría cargo en el día....como siempre lo ha hecho, el estaba cansado pues quería despejarse mientras aún tenía tiempo. Eran las cuatro de la mañana, solo tenía que ir a dejar sus cosas a su despacho.

Al abrir la puerta ahí estaba el, un hombre demasiado alto de una espalda tan ancha que no podía ocultar bajo sus vestiduras su robustez, estaba vestido con una camisa de franela y unos pantalones de mezclilla para obrero, el hombre estaba a mediados de los cuarentas y su cara totalmente afeitada combinaba con su reluciente calvicie. La sangre de Schwarts se agolpaba con velocidad desbocándose en su cuerpo inerte, una intensa furia lo invadió y pronto no sabía si huir o abalanzársele, no esperaba el ver algo así en su consultorio, y al cruzar miradas se dio cuenta que el lo controlaba mas fácil. Prensado del marco de la puerta supo que no había sorpresa después de todo solo parecía obvio que lo venía a buscar, y tratándose de otro como el, no sabría que malévolas intenciones se dibujaban en las probables intrigas que lo habían llevado ahí. Las apariencias hubiese puesto inmediatamente a Schwarts en desventaja pues el hombre, que era realmente fornido, tenía mas bien la apariencia de poder romper a Schwarts como a un palillo en el momento que lo decidiese, pero en este mundo las apariencias engañan.

"¡¿Que quieres aquí?!" gruño Schwarts con una hostilidad atípica en el. "Relájate y no saldrás lastimado." le contesto el sujeto de manera tajante. Por un momento el brillo en los azules ojos de Schwarts así como el repentino oscurecimiento de la habitación auguraban lo peor, pero pronto el sentido común volvió a su fría cabeza y simplemente pregunto mas relajado: "y bien... ¿Qué quieres forastero? tu cara es nueva aquí y percibo que estas perdido en un lugar nuevo o ¿acaso estoy en un error forastero?" hizo una pausa mientras caminaba pensativo a la silla tras el escritorio, directamente frente al extraño individuo y después prosiguió: "...tomando eso en cuenta creo que no estas en posición de dar ordenes"

"No tientes mi paciencia Mekhet, dime donde lo encuentro." y simplemente lanzó una foto al escritorio. Era el de la foto un ser malsano, a unos pasos de ser presa de la bestia, Schwarts le conocía bien pues él mismo odiaba esa clase de escorias.

"El club de la Luna Llena es su hogar, pero si no vas preparado forastero, prepárate a que te prendan fuego..." dijo sin siquiera parpadear.

"Ese no es asunto tuyo..." dijo ahora siendo el forastero quien gruñía.

"Puedes largarte ahora chiquillo." dijo Schwarts con un aire de superioridad... El sujeto se levantó y mientras cruzaba la puerta murmuró "cuídate la espalda, bestia impía, siempre estamos observando." y mientras decía esto al cruzar el umbral Schwarts guiado por la curiosidad le intento leer y pronto se hayaba saltando sobre su escritorio en un frenesí de furia cuando vio una de las pocas excusas legales para despedazarlo ahí mismo: venas negras en derredor a su aura.

Cuando exaltado salía por la puerta a toda velocidad, dispuesto a pagarle la osadía a aquel forastero, no quedaba vestigio alguno de aquella blasfema criatura. Por un momento Schwarts pensó no ser diferente a el.... después se reconfortó escudándose... "Claro que soy diferente.... yo salvo las vidas de mis hermanos menores..."

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Fragmento de la crónica "La Demencia y el Abismo"
Para el juego de "World of Darkness"
Por el ST. M.V. Diamantino

Nota Bene, nuevamente quisiera pedirles una disculpa, pues, revisando lo que en un principio estaba escrito, contenía unos errores horribles en cuanto a estilo y ortografía.

Comments

Lord Deimos said…
I bet of course you didn't understand a single word back there.
Gonzo Ramírez said…
hehe, estos malditos que se anuncian son detestables.

de pronto me siento con animo para jugar un WoDazo.
Lord Deimos said…
Seh..... lo mas ironico del asunto es que desde que compré el libro del nuevo sistema solo he podido jugar un par de veces....u_u

A todo esto... ¿Qué día te late para prestarte el librillo?

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